miércoles, 25 de enero de 2012

 
 
 
 
Mi mente no se siente satisfecha por haber conseguido algo
ni se deprime cuando siente algo desagradable:
esa es la causa de mi estado saludable y dichoso.


...
Asumo la suprema renunciación,
habiendo renunciado incluso al deseo de vivir y en consecuencia
mi mente permanece equilibrada y apacible
sin alimentar expectativas de ningún tipo.


Soy consciente del substrato común de todas las cosas
y no me atormento con pensamientos sobre lo que voy a hacer dentro de un momento
o lo que me ocurrirá mañana.


No me preocupa la idea de la vejez o de la muerte,
ni la obtención de la felicidad,
ni pienso en unas cosas como mías y en otras como no mías.


Sé que en todo momento todas las cosas no son más que la conciencia cósmica no dual.
Ese es el secreto de mi estado envidiable y feliz..